La España de 1970 vive un
marco de conflictividad social. El fin del colonialismo en Guinea y los
problemas políticos desembocan en una acusada conflictividad estudiantil. Los
movimientos estudiantiles cobraron mayor fuerza durante este periodo y
resultaban insolubles para el sistema. La única reacción posible fue el
incremento de la represión sobre los sectores universitarios.
Dicho malestar estudiantil
tuvo su origen en la incapacidad de adaptación al régimen. De esta forma, la
vanguardia antifranquista estaba configurada por la intelectualidad
universitaria de manera unánime. En 1973, Villar Palasí, miembro del Opus Dei,
propuso modernizar el nivel académico español respetando la institución
política establecida.
Sin embargo, el aumento
constante de la conflictividad social provocó la unión de izquierda y derecha
en el marco político español. Por otra parte, el tardofranquismo pierde la
oportunidad de articular un nuevo modelo de reforma que asegure la continuidad
del régimen. Así pues, también pierde el apoyo de la Iglesia. Este hecho fue
interpretado por el propio Franco y Carrero Blanco como una traición.
Abandonar la religión se
había convertido en una medida de protesta ante la antigua alianza entre la
religión y el franquismo. Dicha alianza tuvo consecuencias perniciosas para la
Iglesia en España.
La nueva estrategia del
Vaticano pretendía establecer la independencia con respecto al régimen
franquista. Se llevó a cabo una negociación del Concordato y el nuevo
representante de la Iglesia española, el cardenal Tarancón, encarnaba un
exaltado perfil progresista. En 1971, la Conferencia episcopal mostraba una
actitud afín a la ideología de Tarancón. Este se convirtió en un obispo
político, el cual pretendía separar a la jerarquía eclesiástica del régimen
franquista.
Una de las reuniones entre el cardenal y Franco
En el ámbito social, entre
1950 y 1970, se produjo un aumento de la población. Asimismo, se acentuaron
factores como el éxodo rural y la emigración. Este contexto, hizo nacer un
brote nacionalista en el País Vasco, recelosos de los nuevos inmigrantes que
podían modificar sus tradicionales estilos de vida. La larga tradición vasca
hacia política radical derivó en la creación de ETA (“Patria Vasca en
libertad”).
Dicha asociación estaba
formada por el clero conservador, amparado en el fuero vasco, y militantes
independentistas del PNV. Propugnaban una acción directa y en 1969 provocaron
numerosos asesinatos en el territorio vasco. En 1953, tras la detención de
varios de sus miembros, ETA fue considerada aparentemente desarticulada.
Algunos de sus ataques
fueron evitados, como es el caso del intento de asesinato del propio Caudillo
en sus vacaciones en el Pazo de Meirás.
En el juicio de Burgos, se
contaba con 16 detenidos pertenecientes a ETA, de los cuales 9 de los
procesados fueron condenados a muerte, a pesar de las demandas de clemencia. En
cierto modo, las acciones terroristas de este grupo eran legitimadas por
algunos sectores de la sociedad.
El 17 de diciembre de 1970,
el franquismo más intransigente hizo una convocatoria de masas en la plaza de
Oriente de Madrid con el fin de mostrar su apoyo al caudillo. El 30 de
diciembre, se firmaron los indultos para evitar que el régimen cayese en el
desamparo.
Así, este período franquista
puede concluirse como una etapa de depresión del régimen. El apoyo de la
sociedad vasca, los excesos policiales y los frentes de oposición incentivaron
el surgimiento del terrorismo como medida de reacción. De esta manera, ETA fue
fundamental como movimiento antifranquista.
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