domingo, 7 de abril de 2013

La España de la liberación


A comienzos de los años 50, España presentaba el menor consumo energético de todo el continente y su renta per cápita era similar a la de los países subdesarrollados. Además, el aislamiento internacional le llevó a quedarse fuera del Plan Marshall. De esta forma, se puede considerar la década de los 40 como un período perdido para el desarrollo económico del país.

En este contexto, se defendía a ultranza la industria local deficitaria y, como consecuencia, la escasez, el hambre y el mercado negro se adueñaron del país. Ante dicha situación, el gobierno tomó la determinación de industrializar el país. Con este propósito, se desarrollaron la industria de la siderurgia y la hidroeléctrica. Sin embargo, hubiese sido una mejor elección potenciar el sector agrario, base económica de la España del momento. Pero el gobierno franquista prefería consolidar el proyecto imperial de la industria.

Ciudadanos esperando para recoger alimentos (racionamiento)


Por otra parte, la concepción política de Franco, contraria al liberalismo, chocaba con el sistema económico expandido por todo Occidente. No obstante, España era un país pobre en recursos económicos y no podía permitirse una política autárquica.

En los años 40, el 33,7 % de la población no disponía de agua potable; el 20 % no tenía energía eléctrica y el 94 % carecía de calefacción. Como consecuencia, en 1951 el retraso económico español era una evidencia. La eliminación de sanciones por parte de la ONU en el año 1949 y la llegada de ayuda americana, también en 1949, supone el fin de la autarquía pura. A partir de este momento, se lleva a cabo una autarquía más moderada, donde cobran mayor importancia la iniciativa privada y el comercio.

Así pues, la renovación del país también comportó sus secuelas. En 1958, España presentaba un menor volumen de reservas y había acumulado deuda exterior. Sin embargo, esta crisis había sido consecuencia del rápido desarrollo económico de la década anterior.

Ante el problema que se presentaba, Carrero Blanco propuso una coordinación de la estructura estatal con mayor eficiencia. Las medidas propuestas perseguían objetivos como evitar la inflación. Asimismo, había una intención de superar la crisis reformando el sistema; es decir, volviendo a la estricta autarquía intervencionista, caracterizada por el racionamiento y el aislamiento.

No obstante, España no podía quedarse de nuevo fuera del desarrollo europeo por motivos ideológicos. La crisis agraria de 1959 había dejado al país sin divisas y, ante este contexto, Mariano Navarro Rubio formuló un plan económico aceptado por Franco. Así, la peseta se devaluó frente al dólar. Además, se produjo un camino hacia la institucionalización monárquica, lo cual comportó una apertura económica exterior. Esta nueva política económica sufragó los siguientes 20 años del franquismo. Al mismo tiempo, otros beneficios se derivaron de la reforma: aumento de la natalidad gracias al plan de estabilización, superación de la independencia de Marruecos…

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